Fundada en 1533 como un centro del imperio español, Cartagena se convirtió en un mar de colores y un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO dentro de la ciudad colonial amurallada. Los recorridos por la ciudad, en automóvil, a pie o incluso en carro tirado por caballos, llevan a los visitantes por las calles adoquinadas y hasta la famosa fortaleza de San Felipe. Los recorridos enfocados arrojan luz sobre los mundos multiculturales de la gastronomía o la música local, o la vida del autor de origen local Gabriel García Márquez. El cercano cerro La Popa ofrece vistas al casco antiguo, al puerto y al monasterio de Santa Cruz, del siglo XVII. Tomar una clase de cocina o visitar un museo de oro revela la herencia de la ciudad, una mezcla de africanos, colonizadores europeos y nativos americanos. Por la noche, las calles de la ciudad cálida y húmeda se llenan de mercados, bailes tradicionales y juerguistas que salen de los bulliciosos clubes nocturnos. Para aquellos que quieran escapar, un corto recorrido en bote lleva a los viajeros a Barú y Playa Blanca, donde las playas blancas y el agua cristalina son un paraíso caribeño puro. Un poco más lejos y los viajeros llegan a las Islas del Rosario, un parque nacional que cuenta con uno de los arrecifes de coral más importantes del país. Al noroeste de Cartagena, el reconocido volcán de lodo El Totumo permite a lugareños y viajeros disfrutar de masajes terapéuticos y las propiedades curativas naturales de los baños de lodo.