Incluso quienes visitan París por primera vez experimentan una sensación de familiaridad al llegar, gracias a lo reconocibles que son sus monumentos, sus abarrotadas terrazas y sus boutiques. La Torre Eiffel, la Catedral de Notre Dame y el Museo del Louvre son tres atracciones que rara vez quedan fuera de cualquier itinerario, y con motivo. Si quiere alargar su lista de actividades, puede añadir un crucero por el Sena, un paseo por Montmartre, una cena con espectáculo en el Moulin Rouge y una excursión de un día al Palacio de Versalles. A pesar de sus icónicos paisajes y tesoros artísticos, hay algo que decir acerca de descubrir la Ciudad de la Luz como un parisino, con visitas pausadas a cafeterías, boulangeries y los estrechos callejones de los "arrondissements" (distritos).